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España
Sal Gorda
Para inaugurar esta nueva sección, quería poner algún sitio especial y lo encontré ayer dando una vuelta por el centro de Sevilla. Es un sitio que puede entrar en la categoría de bar de tapas, gastrobar, restaurante, en fin, que cada día que vayas lo puedes usar como tu quieras. Lo importante es que, una vez que vayas seguro que repites. Yo ya tenía referencias positivas, y además tenía interés personal.
El interés era que una parte importante de este local es una persona a la que conocí cuando ella tenía unos 4 años y yo alrededor de 26, sí, no me he equivocado. Esa persona se llama Julia y ahora es una mujer con 30 años que lleva el bar junto con el chef Elias ( su pareja) y un equipo de chavales que a mi me parecieran bastante profesionales.
Tienen una variedad de tapas y platos muy interesante.
Vista de la planta baja
Tambien tienen una colección de cervezas artesanas muy buena |
En esta foto, descargada de baresquelugares.com vemos un montaje simpatico del personal del restaurante, y una muestra de sus vinos, tambien tienen una amplia carta de ellos apostando, sobre todo, por vinos andaluces, como Bodegas de Ronda y Cadiz, lo cual tambien me gustó mucho, ya que también soy un enamorado de ese tipo de vinos.
Este plato se llama seta de temporada, huevo a baja temperatura con salsa de panceta y tartufo, tardas más en decir como se llama que en comertelo. Riquísimo.
Aquí teneis canelones rellenos de ropa vieja y os aseguro que no encontré restos de pantalones y camisas sino una tapa riquisima.
Tambien comimos un postre delicioso, tocino de cielo con maracuyá, pero tenía tan buena pinta que me lo comí antes de hacerle la foto.
Todo esto regado con un vino de Ronda que nos recomendó Julia, llamado 6x6, pefecta guinda para coronar esta comida.
La relación calidad precio es estupenda y el trato del personal también.
Está en Sevilla en la calle Alcaiceria de la Loza, 23 955 38 59 72
https://www.facebook.com/SalGordaSevilla
Bueno, espero veros pronto por allí.
La Puerta de Osario
Se crea
a partir de dos grandes torres reedificadas después de la conquista cristiana.
En el
año 1731, Su nombre hace alusión a los abundantes restos óseos hallados en sus
cercanías donde al parecer existió una necrópolis, y como consecuencia de la
búsqueda de una hospedería para los ermitaños que bajaban a la ciudad que
viniera a sustituir a la que mantenían en la Ermita de Nª Sª de las Montañas,
se solicita por parte del ermitaño venerable Francisco de Jesús la cesión por
parte del Ayuntamiento del espacio entre las dos torres que componían la Puerta
de Osario. En el año 1799, se produce la demolición de la muralla que corría
entre la Puerta de Osario y el Convento de Capuchinos. En el año 1831, se
entrega el uso a los ermitaños del Desierto de Nª Sª de Belén, que rebajaron
considerablemente la altura del arco, perdiendo gran parte del encanto de la
puerta. A principios de siglo XX y como consecuencia del estado de las torres,
los Ermitaños solicitan al Ayuntamiento la posibilidad de derribar la Puerta de
Osario a su costa a cambio de un solar en la calle Caño, así como 7.000
pesetas, cuestión que fue aceptada por parte del Ayuntamiento, produciéndose la
demolición en el año 1905
Según
cuenta Jose Maria de Mena en su libro “Curiosidades de Sevilla “
En
aquellos tiempos, siendo la Puerta Osario el vano de la muralla por el que
salían los cadáveres camino del cementerio, había junto a la puerta un curioso
cartel.
Según
aquel cartel, cada muerto que salía por aquella puerta debía pagar a un hombre
apostado junto al arco un maravedí. Pero en una ocasión el ayuntamiento se puso
a controlar los impuestos municipales, y se dio cuenta de que el consistorio en
ningún momento había impuesto el pago de una moneda por pasar con un cadáver
por la Puerta Osario. Fue entonces cuando llamó al cobrador a audiencia de los
mandamases de la ciudad, para que se explicara.
Aquel
hombre respondió: “Señor, yo estoy en la Puerta Osario con mi mesa, un papel y
un tintero. Muerto que sale, maravedí que cobro. Así lo hizo mi padre y así lo
hizo mi abuelo, y así lo hago yo”. El ayuntamiento estaba desconcertado, ya que
descubrió que en ningún momento se había implantado desde la casa consistorial
aquel tributo ni cuándo había empezado a cobrarse.
Según
los cálculos, aquel impuesto llevaba al menos cien años cobrándose, sin que el
ayuntamiento hubiera visto una moneda. De hecho, el hombre aseguró que el
dinero se lo quedaba y que de él vivía, como habían hecho sus antepasados. El
hombre no quedó libre, sino que fue condenado al destierro. La noche antes de
abandonar la ciudad, dejó colgado de la puerta un cartel que decía: “Viajero:
llegas a Sevilla, la ciudad del desorden y el mal gobierno”.
Curiosamente,
el cartel no fue retirado inmediatamente, ya que ayuntamiento y autoridad
militar no se ponían de acuerdo para decidir quién debía eliminar el cartel de
la puerta de la muralla. Al final, aquel desacuerdo entre fuerzas del orden
hicieron visible que lo que el cartel decía era cierto.Principio del formulario
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