Menu

Buscar este blog

SIerpes


La calle Sierpes, anteriormente se llamó de los Espaderos, por que era la sede de dicho gremio. Hay varias opiniones sobre el origen del nombre de Sierpes, aunque la que os voy a contar, es la que tiene parece más verdad, además de ser una historia muy bonita.
Tengo que decir que esta historia me la ha contado un miembro del grupo de Facebook Rincones de Sevilla, Manuel García Ponce: 


Sevilla tenía una calle llamada ESPADEROS, por la numerosa cantidad de talleres y tiendas donde se comercializaba este producto, actualmente esa calle se llama SIERPES, y tiene una curiosa leyenda en su historia.
En la Sevilla del siglo XV comenzaron a desaparecer niños de la ciudad, algunos apuntaban a que se trataba de los judíos para prácticas sacrílegas, otros que eran moros que los llevaban como esclavos al rey de Granada, pero en realidad nadie sabía la causa de aquellas misteriosas desapariciones.
Un día, un forastero bachiller de letras que había cursado sus estudios en Osuna, y que se encontraba en la cárcel acusado de revelación contra el rey, solicito audiencia a D. Alonso de Cárdenas regente de la ciudad, asegurando que él podría terminar con el problema de la desaparición de los niños. Deseoso de solucionar el gran misterio, D. Alonso con dos hombres de armas y un escribano fueron a la cárcel y se entrevistaron con el detenido, manifestándole este que a cambio exigía su indulto inmediato, proposición que el regente acepto inmediatamente ya que el condenado no tenía delito de sangre.
El detenido conto que un día intentando fugarse, se metió en la antiguas cloaca romana que cruzaban la calle Espadero (donde se encontraba la cárcel Real) y que en un momento dado se encontró con huesos de niños y que seguidamente fue atacado por una gran serpiente, que de no ser por su agilidad lo hubiese matado ya que no llevaba arma para defenderse, así que si le daban un machete el bajaría de nuevo he iría a matar al reptil. Poco después el joven descendía armado con un imponente machete desde la alcantarilla del patio de la cárcel.
Pasaba el tiempo y D. Alonso se preguntaba si ni habría sido una treta para fugarse, pero era algo prácticamente imposible, ya muchos tramos del laberinto de túneles estaban semihundidos e inundados.
A las dos horas la cabeza del joven apareció por la alcantarilla, saliendo al exterior y llevando consigo una gran serpiente de 6 m. de largo con la cabeza cortada, y un puñado de huesos infantiles. El corregidor felicito al joven efusivamente y le dio el salvoconducto prometido, colocando después el reptil en la calle Espaderos, durante varios días, donde fueron un gran número de sevillanos a verlo. Según dicen, desde ese momento la calle empezó a llamarse calle de la SIERPES.
Al cabo de los años se supo que ese joven forastero se puso de acuerdo, en una de las visitas a la cárcel, con un familiar que tenía un negocio de taxidermia y animales exóticos en la zona de la calle Feria, el cual le introdujo por el colector de la plaza de la Campana la serpiente muerta y unos huesos de algún animal, recogiéndola él y haciéndole ver a D. Alonso que la había matado, propiciando así la salida de la cárcel con todos sus derechos.
Esta curiosa historia sevillana, verdad o mentira, documentada está, y lo cierto, es que quien robaba a los niños, quizás asustado por lo acontecido dejo de robarlos, por lo que todo el mundo dio por buena la historia.
Pero lo verdaderamente cierto como bien dice el escritor Luis Montoto, la calle ESPADERO, comenzó a llamarse popularmente SIERPES a raíz de establecerse en ella el caballero Álvaro Gil de las Sierpes. De ahí el nombre que ha perdurado hasta nuestros días.

Los toldos protegen de las temperaturas sevillanas allá por los años 20, igual que hoy. El centro de Sevilla se hace centro económico y comercial, surgen los corrillos y tertulias que inundan la calle. Aquí estuvo la cárcel real, donde pasó un tiempo Miguel de Cervantes entre septiembre y diciembre de 1597, supuestamente por haberse quedado con dinero público ¿ de qué me suena esto?, y parece ser que fue ahí donde se gestó su obra más famosa D. Quijote de la Mancha.


No es extraña la leyenda que cuenta como se comenzó a tapar las cañas de vino con lonchas de jamón, queso u otras chacinas para evitar el polvo y el agua, dando origen a la tapa.

La calle de las Sierpes fue el centro que poco a poco iría aglutinando una trascendental parte de la vida cultural sevillana, ya desde el siglo XVI. Fueron muchos los impresores como Pierre Papin que establecieron aquí sus sedes. El médico sevillano Nicolás Monardes en el jardín de sus casa cultivó el tabaco, por primera vez en Europa. Fue también testigo de numerosas tertulias como la que se formó en torno a Benito Arias Montano, la del célebre Café del turco o la tertulia literaria del Café Universal.

Hoy en día sigue siendo el centro neurálgico de la ciudad, donde pasean turistas y locales, ya que, además de su importancia intrínseca, comunica la Campana con el Ayuntamiento y es carrera oficial de la famosa Semana Santa sevillana.



Espero que os haya gustado la historia de una calle importante de mi ciudad.